A excepción de Roma y el Coliseo, ningún otro edificio está tan entrelazado con la idea de una ciudad que París y la Torre Eiffel. Pero no siempre ha sido el caso: el proyecto de la torre de Gustave Eiffel recibió quejas antes, durante y tras su construcción. De hecho, cientos de artistas e intelectuales parisinos firmaron una carta de protesta donde denunciaban “la construcción, en el corazón de nuestra capital, de la inútil y monstruosa Torre Eiffel”. Para aquel entonces, París ya había decidido que la torre serviría como arco monumental durante la Feria Mundial de 1889. Se finalizó el 15 de marzo de 1889. Con 18.000 piezas metálicas y 2,5 millones de remaches, era un verdadero logro de la ingeniería: el centro de mesa perfecto. Se programó su desmantelación para 20 años después, pero se acabó conservando, parcialmente gracias a su uso como radiotransmisor. Ahora es sinónimo de la misma ciudad y una visita indispensable en París.